Los equipos que actúan en las villas han detectado
una clara falta de cooperación de los pobladores de las villas con su trabajo,
que se traduce en respuestas falsamente negativas cuando preguntan si la
persona ha tenido síntomas ( tos, fiebre, perdida de paladar ) o cuando
preguntan si la persona ha tenido contacto directo con personas que después se
comprobó estaban infectadas.
Una primera reacción , muy fácil de adoptar, es
condenar la falta de responsabilidad o de solidariedad de quienes así proceden.
Es más difícil intentar entender el por que de
tales conductas.
En primer lugar toda persona que en la villa es
sometida al hisopado se convierte automáticamente en persona sospechosa y el
resto de los pobladores tienen a aislarlo como si estuviera infectado. Esta
reacción inclusive se mantiene cuando la víctima ha sido diagnosticada como
libre de infección y retorna a la vida normal, porque nadie le cree. Hace unos días
el dueño de un comercio explicaba que tuvo que pedirle a uno de tales
sospechosos que dejara de concurrir a su etablecimiento, porque si lo hacía
todos los demás clientes dejarían de concurrir a su comercio y las ventas se tornarían
mínimas.
En segundo lugar si se decide el aislamiento y la persona y sus allegados
son conducidos fuera de la villa, lo más probable cuando regresen es que
encuentren sus domicilios vaciados por ladrones o lo que es peor ocupados por nuevos
habitantes.
Y por último las personas aisladas no pueden salir
a la calle a batallar por el pan de cada día y como no son funcionarios públicos
que reciben cómodamente en sus casas su salario mensual enfrentarán una grave
situación económica.
Como ven, es mucho más fácil condenar que entender.
Es como un dipñutado ddel
Pro que se quejaba el otro día de que la gente esta abarrotando los
ferrocarriles y subtes y se queja de que no hayan sacado sus autos del garaje y
hayan empezado a concurrir a sus trabajos usando su vehículo particular. Fina
sensibilidad la del diputado
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