La ola derechista que barre el mundo en general y
América Latina en particular, ha
producido un raro fenómeno que hasta hace poco tiempo era inconcebible.
Dos especies emparentadas genéticamente pero tradicionalmente
agresivas entre sí al verse arrinconadas por la pérdida del poder y las
persecuciones gubernamentales han cobrado una cierta conciencia de lo que las
aproxima y están teniendo una convivencia más pacífica .
Las izquierdas y el populismo fueron tradicionalmente
enemigos y los primeros no vacilaron inclusive en aliarse con fuerzas de la
derecha para para atacar a los segundos.
Fue así en Argentina en 1945 y en 2015 donde la izquierda le dio la espalda a Peron
primero y recientemente se negó a votar a Scioli favoreciendo la victoria de
Macri , y en Uruguay en 1968 donde los
partidos de izquierda fueron muy críticos del gobierno de LUIS BATLLE BERRES y
favorecieron el ascenso al poder del herrero-ruralismo.
Izquierdas y populismo tienen una coincidencia básica : la noción de que
debe alterarse la distribución de la riqueza para favorecer a las mayorías
reduciendo la predominancia de la elite económica
que monopoliza el grueso de los bienes.
Pero los separa una diferencia fundamental de
conceptos. Las izquierdas tienen la convicción de que la mejoría de la situación
de las clases sumergidas sólo se puede dar mediante una drástica transformación
de las estructuras económicas, modificación que en el caso de las vertientes
marxistas pasa por la abolición de la prop8iedad privada de los medios de
producción y en el caso de las vertientes socialdemócratas por la existencia de
un Estado fuerte que marca rumbos a la Economía, controla, inteviene y hasta en
algunos casos asume la conducción directa de ciertas actividades económicas
esenciales. Los populistas en cambio
creen que las clases desposeídas no tienen tiem po de esperar que todo eso se
produzca, que necesitan comer ahora y propician un Estado Benefactor que distribuya
asistencia económica, subsidie insumos esenciales, valiéndose para ello sea de
la recaudación de mayores impuestos cobrados a quienes tienen capacidad de pago
o si esto no alcanza con el déficit fiscal.
América Latina ha tenido muy pocos gobiernos de izquierda : EL BATLLISMO ORIGINARIO DE
JOSE BATLLE Y ORDOÑEZ, EL SOCIALISMO DEMOCRATICO DE SALVADOR ALLENDE, LA
DICTADURA COMUNISTA DE FIDEL CASTRO, Y QUIZAS ( DIGO QUIZÁS PORQUE NO CONOZCO
EN PROFUNDIDAD EL CASO) EL GOBIERNO DE LOS CORONELES PERUANOS CON VELAZCO
ALVARADO A LA CABEZA.
En cambio ha tenido muchos gobiernos populistas. Y
quizás de ello se derive la inquina que
la izquierda le tiene al populismo y que llevó a que mucho antes de que la
derecha descubriera la palabra la izquierda ya la estuviera utilizando despectivamente
contra los que hasta entonces eran llamados progresistas , o reformistas. La izquierda
siempre vio al populismo como un enemigo que le arrebata apoyos y lo que desde
el punto de vista suyo es aún peor, al
mejorar las condicioens en que viven las
clases más bajas, mitiga su rebeldía , las hace menos necesitadas de un cambio radical,
las torna conformitas.
Y más recientemente con tantos países bajo el gobierno de agrupaciones políticas
populistas, la crítica ,que los hermanó de hecho con la derecha, a las prácticas
no trasparentes de la administración con graves sospechas de corrupción y con
una evidente asimilación por parte de
los funcionarios en posiciones de poder, de los estilos de vida de los
poderosos.
Cuánto durará esta paz transitoria y qué grado de
fortaleza tendrá, es imposible saberlo. Pero por el momento izquierdistas y
populistas recluídos en el mismo rincón ( cuando no el mismo calabozo )y sujetos a las
mismas persecuciones, han pospuesto sus rencores y ven lo que antes nunca
vieron : el enemigo no es el otro, es la derecha.
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