Reconozcan Palestina como
Estado soberano
Para alcanzar una solución de dos Estados necesitamos
primero tener dos Estados, y la actual situación no lo refleja
La reaparición de la
violencia que ha
provocado la decisión estadounidense y las reacciones
internacionales a la misma
demuestran que todos los actores implicados deben replantearse algunos aspectos
del conflicto. La comunidad internacional lleva varias décadas debatiendo sobre
la posibilidad de alcanzar una solución de dos Estados, pero esto plantea una
pregunta: ¿dónde está este segundo Estado?
La cuestión
es especialmente importante, porque el conflicto palestino-israelí difiere de
los demás centenares de conflictos que se han librado desde los albores de la
historia humana. Por lo general, los conflictos surgen entre dos naciones o
pueblos que luchan por líneas fronterizas, o recursos como el agua o el
petróleo. Sin embargo, en el caso de Palestina e Israel, no se trata de un
conflicto entre naciones o Estados sino entre dos pueblos que insisten por
igual en su derecho al mismo trocito de tierra y que están decididos por igual
a vivir en ella, preferiblemente sin el otro. En consecuencia, no puede dársele
al conflicto una solución militar o puramente política. Tiene que haber una
solución humana.
Los hechos
del conflicto son de sobra conocidos y no hace falta detallarlos aquí. La
decisión tomada en 1947 de dividir Palestina fue rechazada por toda la
comunidad árabe en aquel entonces. La decisión, o la respuesta a la misma, tal
vez fuese un error, pero desde la perspectiva palestina fue un desastre. No
obstante, se tomó y todos tuvimos que aprender a vivir con las consecuencias.
Los palestinos han renunciado desde hace tiempo a su reivindicación de toda Palestina
y aceptan la división del territorio. Israel, por otro lado,
sigue construyendo asentamientos ilegales en territorio palestino, lo cual pone de manifiesto una
falta de voluntad de emular el planteamiento palestino. Algunos aspectos del
conflicto presentan cierta simetría, mientras que otros son asimétricos: Israel
es ya un Estado, un Estado muy poderoso, y como tal debe asumir una parte mayor
de la responsabilidad.
Ya nadie
cuestiona en serio el derecho de Israel a existir, pero el mundo está dividido
respecto a la cuestión de Israel más en general. Por una parte, hay países que
se sienten responsables del cruel trato dado a los
judíos en Europa, y debemos
estar muy agradecidos de que este sentido de la responsabilidad se mantenga hoy
en día. Por otra parte, sigue habiendo quienes niegan el Holocausto, una
actitud que espolea a algunos de los grupos más extremistas del mundo árabe y
da a la población judía buenas razones para la desesperanza. Y sin embargo, a
pesar de todas las críticas justificables a la hostilidad palestina hacia
Israel, estas no deberían considerarse una continuación del antisemitismo
europeo.
Ante la
decisión unilateral tomada por Estados Unidos, yo lanzo el siguiente
llamamiento al resto del mundo: reconoced a Palestina como Estado soberano al
igual que habéis reconocido a Israel como Estado. No es posible esperar ninguna
avenencia entre dos pueblos —ni siquiera entre dos personas— que no reconocen
la existencia mutua. Para alcanzar una solución de dos Estados necesitamos
primero tener dos Estados, y la actual situación no lo refleja. Palestina lleva 50 años
ocupada y no puede
esperarse que los palestinos entablen negociaciones en estas circunstancias.
Todos los países verdaderamente interesados en una solución de dos Estados
deben reconocer a Palestina como Estado soberano y simultáneamente exigir que
comiencen de inmediato conversaciones serias.
Medidas
unilaterales como la decisión estadounidense no pueden sino empeorar la
situación, porque ofrecen falsas esperanzas a un bando y aumentan la
desesperación del otro. Solo pueden considerarse una provocación. Si no fuera
por la historia de los últimos 70 años, un Estado binacional podría
considerarse una opción concebible. Pero la indecisión de ambas partes debe
considerarse como lo que es: la solución de dos
Estados es la única opción factible, y la condición previa para conseguirlo es que
existan dos Estados autónomos. Dos Estados que existan juntos en pie de
igualdad sería la única forma de garantizarles equidad a los palestinos y seguridad
a Israel.
En la
cuestión de Jerusalén, la solución parece lógica: Jerusalén es una ciudad tan
sagrada para los judíos como para los musulmanes y los cristianos. Como parte
de una solución de dos Estados, no veo problema en que Jerusalén Oeste sea la
capital de Israel y Jerusalén Este, la de Palestina.
En
consecuencia, animo a todas las grandes naciones que no han reconocido aún a
Palestina como Estado soberano a hacerlo ahora y a comprometerse al mismo
tiempo a abrir negociaciones sobre delimitación de fronteras y otras cuestiones
esenciales. Lejos de representar una medida antiisraelí, este sería un paso
hacia una solución aceptable para ambas partes. Está bastante claro que ambos
pueblos, israelíes y palestinos, tendrán que estar igualmente deseosos de
alcanzar la paz. No puede imponerse a las partes una solución desde fuera. Por
eso voy más lejos e insto a las naciones de Israel y Palestina a declarar de
manera inequívoca que ya están hartas de este conflicto de décadas y que ansían
que por fin llegue la paz.
Daniel
Barenboim (Buenos
Aires, 1942) es pianista y director de orquesta. Tiene nacionalidad argentina,
española, israelí y palestina
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