Que tema difícil. Por un lado es una iniquidad obligar
a alguien a seguir sufriendo o padeciendo condiciones de vida particularmente
humillantes y que lo inhiben de realmente disfrutar del hecho de estar vivo,
sin que exista tratamiento que pueda mejorar sus males.
Por otro lado esto abre, como se ve en el ejemplo, la
posibilidad de que los médicos decidan cuando alguien debe morir , o peor aún
sus parientes que pueden tener intereses en ello, aunque más no sea el de
cortar los gastos médicos y las molestias de cuidar a un paciente que requiere
constante atención y se sabe que no se recuperará.
Y crea una penosa situación en la que el paciente, si
tiene algo de lucidez y aún no ha decidido morir cuando ve venir al médico no
sabe si está viendo al ángel protector que lo cuida o al ángel de la muerte.
Del lado opuesto está el riesgo de que los médicos y
las Instituciones Hospitalares apliquen prácticas costosas y hasta dolorosas o
humillantes a un paciente que tiene recursos ( propios, de seguros o del Estado
) haciéndolo sufrir con el único objetivo de facturar y mantener viva la fuente
de renta.
Conozco de cerca el caso de un compañero de trabajo de
familia pudiente que estaba falleciendo
de AIDS en la época en que no se conocía ningún remedio y los pacientes no
llegaban a vivir 6 meses- Una semana antes de morir le practicaron una cirugia gástrica
costosa y dolorosa que por cierto no iba orientada más que a prolongar su agonía para sufrimiento propio y de su familia, que
por tener recursos estaba siendo explotada.
EL ARTICULO DE EL PAIS QUE PROVOCÓ ESTA REFLEXIÓN :
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/13/actualidad/1492099046_930195.html
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