En general los uruguayos tenemos una tendencia a
juzgar incorrectamente a nuestros congéneres.
Lo hacemos no por maldad o egoísmo sino por
dogmatismo o si se quiere por ignorancia. Es que tendemos a pasar por alto
cuando juzgamos nuestra realidad y la de quienes nos rodean, cuánto de lo que
nosotros somos se lo debemos en un azar feliz y no a nuestros merecimientos.
Y esto es válido tanto en la escala individual como en la colectiva.
Tomémosme a mi-
En el plano individual yo tuve la suerte ( y digo suerte
porque ningún merecimiento mío medió en ello, salvo que crea en la teoría de la
reencarnación y en la recompensa por algo de bueno que hice en mis vidas pasadas
) de nacer en un hogar humilde de gente de trabajo, que no me hizo faltar nada,
pero fundamentalmente no me hicieron faltar el cariño, o la protección, la guía
.Tomé de mis padres la noción de que el camino para mejorar de vida está en el
esfuerzo, en el aprovechamiento de nuestras capacidades y recibí de ellos una
sólida formación ética : la repugnancia por la mentira , el orgullo de que mi
palabra valga como un documento ( aún
hoy continúo indignándome cuando alguien pone en duda que algo que yo
afirmo es verdad ) y la negativa absoluta y total apoderarme de o que no es
mío.
Y yo le fui agregando con el tiempo una profunda piedad,
que es todo lo contrario del odio, a quienes crecieron privados de todos estos
apoyos y han vivido una vida azarosa que los ha ido deformando y los ha hecho
vivir del engaño, del robo, de la violencia. No predico la impunidad, porque
creo en el justo castigo y en la represión de la criminalidad pero soy incapaz
de sentir como muchos uruguayos frente a una de estas personas que no han
tenido la suerte que tuve yo ,que son seres despreciables, o de negarles su
condición de seres humanos como yo lo soy
Pero hay otro nivel que es el colectivo donde esta
realidad es aún peor.
Yo nací en un raro país que tuvo la dicha de vivir
a comienzos de siglo una verdadera revolución
con radicales transformaciones económicas y sociales que lo hicieron un
país más justo, más igualitario, más libre y que todas esas transformaciones se llevaran
adelante en un clima de repeto ´por la institucionalidad
y la democracia.
Pero soy consciente del carácter inusual y de lo
irreptible de la historia de mi país que no encuentra muchos paralelos en el
mundo y que más bien encuentra ejemplos de lo contrario como el trágico caso de
Chile aquí cerca donde cuando se intentaron realizar democráticamente esas
transformaciones, sobrevino el oscurantismo y la experiencia acabó en medio a
un tremendo baño de sangre.
Pero los uruguayos
hemos sido educados para no tener consciencia de lo especial que es nuestro
caso y medir a todos los pueblos con la misma medida.
Por eso cuando vemos cerca nuestro un pueblo que
pasa por un cambio profundo de su realidad socio económica en beneficio de los
más necesitados y ese proceso se da con un relativo debilitamiento de las
instituciones, un relativo apartamiento de las normas de la democracia
política, corremos a posicionarnos del lado de los que quieren derribarlo
alegadamente para restituír la libertad menoscabada pero mucho más profundamente
para restituír la desigualdad y la explotación vulnerados.
Y con un entusiasmo claramente digno de causas
mejores , salimos a apoyar a quienes son en realidad enemigos de nuestros pueblos
hermanos y aplaudimos sus acciones , festejamos su triunfo.
Y cuando estas personas llegan al poder, reinstauran
todo lo que de injusto tenía la vida en esos países e implantan regímenes ahora
sí dictatoriales porque van asociados a despídos, encarcelamientos o hasta ejecuciones
masivas de queines resisten, ya no tenemos esa fina sensibilidad democrática y
miramos para otro lado.
Así , Uruguay fue muy puntilloso en señalar cada
desvío ( y tuvo varios ) de la estricta aplicación de las reglas democráticas
de juego del _Coronel Perón ( autodesignarse
General fue una de ellas ) pero miró para otro lado cuando comenzaron los fusilamientos
de Aramburu y Rojas, que fueron considerados necesarios para aventar el peligro
de un regreso del “tirano prófugo”.
Así , los uruguayos recibimos como héroes a los
pilotos de la Argentina que en un acto heroico de amor hacia su pueblo había bombardeado la Plaza de Mayo
en pleno horario de oficinas y ocasionado la muerte de centenares de civiles
que pasaban por allí con los medios de
trasporte urbano yendo y viniendo de sus ocupaciones.
Y recibimos emocionados a las madres de los pilotos
que llorosas habían venido a abrazar a sus valientes hijos que habían arriesgado sus vidas para
intentar liberar a su país del tirano que estaba ensuciándolo de sangre
Fue esta la primera vez que comencé a cuestionar la veracidad de lo que se leía y
oía y a empezar a cuestionarme todo y no dejar que me lleven de las narices a
aprobar lo que la media quiera………
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