Los partidos
polÍticos progresistas latinoamericanos, incluyendo en ese título una vasta
gama de movimientos que va desde el comunismo a las diversas formas de
populismo, tuvo la suerte y la desgracia de arribar al poder en un momento de
excepción por varias razones que fueron a la vez favorables y desfavorables a
su actuación en el gobierno.
En primer
lugar, llegaron al poder luego de la implosión del comunismo real, que no sólo
representó el derrumbe de la utopía socialista , que la URSS pese a toda la
propaganda nunca de hecho representó verdaderamente , y el fortalecimiento
total del triunfante capitalismo global, que privado de su enemigo pudo ir
retirando algunas concesiones que se había visto obligado a deglutir para
alejar el peligro del contagio marxista a los sindicatos locales.
Y la enorme fuerza económica liberada pudo ir
haciéndose cada vez más monopólica arrasando con las fronteras nacionales y
tendiendo a hacer del mundo todo un gran mercado dominado por las
corporacioes multinacionales asentadas
en los países ricos.
Pero los
progresistas también llegaron al poder
luego de la impactante expansión de la economía china y su ingreso en el
mercado global como demandante de alimentos y materias primas, que pasaron a
tener un boom de precios provocado por ese incremento en la demanda.
La conjunción
de los dos factores : derrumbe de la utopia, abundancia de recursos signó el
destino del progresismo en el poder.
Hizo a un
lado sus tan fuertemente propaladas
reformas estructurales, y se dedicó a hacer que la abundancia de recursos
provocada por el alza de los precios de exportación, llegara en una parte a las camadas más pobres
de la población reduciendo los niveles alarmantes de pobreza y miseria que
America Latina había alcanzado después de los años de dictaduras y de neoliberalismo.
Los
gobiernos produjeron importantes mejoras en la distribución del ingreso y un
alza en el nivel de vida de la población m ás postergada, que tuvo su epicentro
en el Brasil de Lula, que logró en buena medida acabar con el hambre que era el
flagelo de su población carenciada.
Fue una
gestión desprolija., por la falta de experiencia gubernamental de los equipos
que ahora gobernaban, por el encandilamiento que en sus miembros produjeron el
poder y sus ventajas, por la resistencia no siempre pasiva de los
representantes del poder económico y por su inmenso poder de seducción aplicado
a personas que accedían por primera vez en sus vidas a posiciones de mando y a
la posibilidad de enriquecerse desde ellas.
Hubo quejas,
hubo insatisfacción, pero en definitiva era superada por la sensación de
bienestar que representaba la elevación del poder de compra, la capacidad de
comprar nuevos productos antes fuera del alcance de la clase media más baja y
en definitiva en el caso del Nordeste brasileño por la felicidad de ir a dormir
con el estómago aquietado.
Los dirigentes
progresistas cayeron en el error de creer que la bonanza sería eterna e
hicieron a un lado todos sus proyectos de reformas de fondo , limitándose al
enfoque de CRECIMIENTO CON BIENESTAR.
Pero no hay
nada en el mundo que sea eterno y mucho menos si de Economía hablamos. El mundo
rico estalló en pedazos y se sumergió en
una crisis de la cual está aún intentado salir con medidas recesivas que por
momentos la agravan. Y la crisis rápidamente se propagó hacia los países
subdesarrollados por la via de la caída de los precios de la producción
primaria y de la falta de demanda.
Los países centrales por otra parte apuraron
el trámite de ciertos tratados de libre comercio que son verdaderos harakiri
para los países en vías de desarrollo pero colaboran a mejorar la situación en
los países ricos. Por ellos los países marginales pasan a socorrer a las
industrias de los países ricos importando más gracias a la baja de los
aranceles, aunque ello represente la destrucción de un incipiente proceso de
industrialización, y los países ricos no
se comprometen a dar reciprocidad en términos de permitir el ingreso de los
productos primarios bajando sus barreras arancelarias y no arancelarias y los
fuertes subsidios a los agricultores locales.
El progresismo
, que apostó todas sus fichas a la primarización de la Economía se encuentra
ante la tormenta perfecta : caen los ingresos de los países, cae el nivel de
vida de la población , estalla el descontento.
Y la prensa
se hace eco de la prédica de la derecha que no explica la verdad de lo que
ocurre que es una grave crisis del poder central y centra toda su explicación a
las agruras del presente en la mala gestión y la corrupción.
Y uno a uno
los gobiernos progresistas le van haciendo lugar a los gobiernos de derecha que
imponen rápidamente una vuelta al pasado con la eliminación brusca o progresiva
de las ventajas sociales conquistadas durante el período.
Es el perro
que intenta morderse la cola y lo consigue.