jueves, 31 de marzo de 2016

IZQUIERDA EN SUD.AMERICA-EL FIN DE UN CICLO QUE NO COMENZO REALMENTE

Los partidos polÍticos progresistas latinoamericanos, incluyendo en ese título una vasta gama de movimientos que va desde el comunismo a las diversas formas de populismo, tuvo la suerte y la desgracia de arribar al poder en un momento de excepción por varias razones que fueron a la vez favorables y desfavorables a su actuación en el gobierno.
En primer lugar, llegaron al poder luego de la implosión del comunismo real, que no sólo representó el derrumbe de la utopía socialista , que la URSS pese a toda la propaganda nunca de hecho representó verdaderamente , y el fortalecimiento total del triunfante capitalismo global, que privado de su enemigo pudo ir retirando algunas concesiones que se había visto obligado a deglutir para alejar el peligro del contagio marxista a los sindicatos locales.
 Y la enorme fuerza económica liberada pudo ir haciéndose cada vez más monopólica arrasando con las fronteras nacionales y tendiendo a hacer del mundo todo un gran mercado dominado por las corporacioes  multinacionales asentadas en los países ricos.
Pero los progresistas  también llegaron al poder luego de la impactante expansión de la economía china y su ingreso en el mercado global como demandante de alimentos y materias primas, que pasaron a tener un boom de precios provocado por ese incremento en la demanda.
La conjunción de los dos factores : derrumbe de la utopia, abundancia de recursos signó el destino del progresismo en el poder.
Hizo a un lado sus tan  fuertemente propaladas reformas estructurales, y se dedicó a hacer que la abundancia de recursos provocada por el alza de los precios de exportación,  llegara en una parte a las camadas más pobres de la población reduciendo los niveles alarmantes de pobreza y miseria que America Latina había alcanzado después de los años de dictaduras y de neoliberalismo.
Los gobiernos produjeron importantes mejoras en la distribución del ingreso y un alza en el nivel de vida de la población m ás postergada, que tuvo su epicentro en el Brasil de Lula, que logró en buena medida acabar con el hambre que era el flagelo de su población carenciada.
Fue una gestión desprolija., por la falta de experiencia gubernamental de los equipos que ahora gobernaban, por el encandilamiento que en sus miembros produjeron el poder y sus ventajas, por la resistencia no siempre pasiva de los representantes del poder económico y por su inmenso poder de seducción aplicado a personas que accedían por primera vez en sus vidas a posiciones de mando y a la posibilidad de enriquecerse desde ellas.
Hubo quejas, hubo insatisfacción, pero en definitiva era superada por la sensación de bienestar que representaba la elevación del poder de compra, la capacidad de comprar nuevos productos antes fuera del alcance de la clase media más baja y en definitiva en el caso del Nordeste brasileño por la felicidad de ir a dormir con el estómago aquietado.
Los dirigentes progresistas cayeron en el error de creer que la bonanza sería eterna e hicieron a un lado todos sus proyectos de reformas de fondo , limitándose al enfoque de CRECIMIENTO CON BIENESTAR.
Pero no hay nada en el mundo que sea eterno y mucho menos si de Economía hablamos. El mundo rico estalló en pedazos y se sumergió  en una crisis de la cual está aún intentado salir con medidas recesivas que por momentos la agravan. Y la crisis rápidamente se propagó hacia los países subdesarrollados por la via de la caída de los precios de la producción primaria y de la falta de demanda.
 Los países centrales por otra parte apuraron el trámite de ciertos tratados de libre comercio que son verdaderos harakiri para los países en vías de desarrollo pero colaboran a mejorar la situación en los países ricos. Por ellos los países marginales pasan a socorrer a las industrias de los países ricos importando más gracias a la baja de los aranceles, aunque ello represente la destrucción de un incipiente proceso de industrialización, y los  países ricos no se comprometen a dar reciprocidad en términos de permitir el ingreso de los productos primarios bajando sus barreras arancelarias y no arancelarias y los fuertes subsidios a los agricultores locales.
El progresismo , que apostó todas sus fichas a la primarización de la Economía se encuentra ante la tormenta perfecta : caen los ingresos de los países, cae el nivel de vida de la población , estalla el descontento.
Y la prensa se hace eco de la prédica de la derecha que no explica la verdad de lo que ocurre que es una grave crisis del poder central y centra toda su explicación a las agruras del presente en la mala gestión y la corrupción.
Y uno a uno los gobiernos progresistas le van haciendo lugar a los gobiernos de derecha que imponen rápidamente una vuelta al pasado con la eliminación brusca o progresiva de las ventajas sociales conquistadas durante  el período.

Es el perro que intenta morderse la cola y lo consigue.

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