lunes, 26 de febrero de 2018

NACIMIENTO AUGE Y DECADENCIA DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ ARGENTINA



AVATARES DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ EN LA ARGENTINA.
Iniciada por Perón durante su segunda presidencia, su desarrollo autónomo fue abortado por el golpe de 1955. La planta de Ford en General Pacheco se instaló en 1961, durante la presidencia de Arturo Frondizi, de cuya elección se cumplieron 60 años el 23 de febrero. La participación de las multinacionales en la sustitución de importaciones fue uno de los mayores éxitos de ese gobierno, que también se sustentó sobre un frente multiclasista, aunque sus contradicciones prevalecieron sobre los acuerdos y derivaron en el Plan Conintes y los tribunales militares para trabajadores en huelga. En aquel contexto, con espacio para ciertas formas de soberanía nacional, los vehículos fabricados en el país llegaron a tener una integración del 90 por ciento de autopartes locales. En vez de importar desde Estados Unidos, las automotrices producían aquí, transferían tecnología al sector metalmecánico y pagaban sueldos que consolidaron el mercado interno y fortalecieron a la clase obrera, que participó en las luchas por la liberación nacional y social. La dictadura que sofocó el conflicto salarial, ahogó en sangre la lucha política y social e impuso un modelo de acumulación de capital basado en su valorización financiera, legisló un régimen de la producción automotriz acorde con la lógica del mercado internacional.
En 1980, dos de las multinacionales automotrices, Fiat y Peugeot, crearon la Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica (SEVEL). La presidió Maurizio Macrì (quien fue procesado por contrabando de autopartes pero logró que la causa prescribiera antes de llegar a la condena). Comenzó en ese momento la reducción del porcentaje de partes nacionales en la cadena de valor de los vehículos armados por las terminales, la diversificación de autopartistas con predominio de los globales, vinculados a las grandes terminales, y retroceso de los regionales y los locales, hasta llegar a la baja integración actual, difícil incluso de medir dada la atomización de las piezas (partes, subconjuntos, conjuntos). Todas esas tendencias se agravaron en los últimos dos años. Las modificaciones que las multinacionales impusieron a través de la dictadura incrementaron sus ganancias por vía de los precios de transferencia, disminuyeron la autonomía nacional, mellaron la capacidad de negociación de los trabajadores y explican la totalidad del pavoroso déficit comercial que se financia con endeudamiento externo, cada día más oneroso y difícil de conseguir para un gobierno que busca inversiones en los mismos países en los que los funcionarios radican sus bienes propios. Las ventas aumentan pero disminuye la producción local, crecen las importaciones de modelos de lujo y entre de los principales proveedores desde China están los Macrì. Merced a la desarticulación de la red ferroviaria que el Banco Mundial reclamó desde el mismo momento de la implantación de la primera planta de Ford y que Menem llevó a la práctica luego de tres décadas de resistencia popular, varios sindicatos vinculados con la producción y el transporte automotor han tenido lugar destacado en todas las combinaciones político sindicales de las últimas décadas. Entre ellos el de los Camioneros. Pero su impresionante crecimiento como gremio de servicios no ha ido acompañado por una mayor integración de partes nacionales en el armado de los vehículos que conducen. En los camiones la participación es menor que en autos, porque los componentes más caros (cajas de cambio y motores) son importados, y una sola planta arma camiones (IVECO). Esa producción se ha desplazado a Brasil.

( extractado de un articulo de Horacio Verbistky en el cohete a la luna, cuyo link es el siguiente :


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